El ser humano en Marte podía moverse y tenía que buscar comida para saciar su hambre. El hombre y la mujer se reproducían como animales, sin entender lo que hacían. Eran grandes y fuertes, salvajes y feroces. No había lenguaje. Lo que no podía protegerse era asesinado y comido. Aquí solo se aplicaba la ley del más fuerte. Sin embargo, esto llevó al desarrollo de una primera forma de sentimiento e instinto: la ‘conciencia preanimal’.
-Alcar descendió al segundo grado cósmico. Habían estado aquí, y eran esos imponentes seres preanimales.
—Allí delante de ti ves al ser humano que vive aquí. Posee la conciencia preanimal.
Aquí, André, como ya dije, reinan el homicidio y la violencia, porque ha despertado la conciencia preanimal.
El origen del universo – El instinto y la conciencia preanimal p.228
-André miró este ser humano, se tendió para dormir. Estaba completamente desnudo y peludo como un animal. Su cuerpo era grande y fuerte. Un gigante en la tierra era un enano en comparación con él.
El origen del universo – El instinto y la conciencia preanimal p.232
-André vio seres humanos. ‘Dios mío’, pensó, ‘¿son seres humanos?’. Ni siquiera un depredador era como estos seres. Tenían un aspecto salvaje y feroz. Eran grandes seres vigorosos e irradiaban una fuerza primigenia que lo hacía temblar y estremecerse. Vio un conjunto de cientos de estas personas. Las oía hablar, pero no era hablar, eran uno terrible griterío.
El origen del universo – El segundo grado cósmico p.155
Citas de los libros de Jozef Rulof