La siguiente historia, extraída del libro «El ciclo del alma» de Joseph Rulof, trata de un anciano que está bajo la fuerte influencia de un demonio femenino. En su lecho de muerte, este demonio intenta obligarle a suicidarse. Afortunadamente, el hombre recibe ayuda de un espíritu de luz y consigue pasar en paz al mundo de los espíritus.
– Seguí esta terrible escena y entonces oí decir al espíritu lo que me sonaba tan diabólico:
—Pon fin a esa vida y ven aquí.
—¿A dónde? —preguntó.
—Hacia acá, a nuestro mundo.
– “Ven a nuestro mundo”: qué seres tan diabólicos, tan ruines. Entonces me hice uno con él y lo irradié, por lo que se quedó dormido brevemente.
– Me conecté con ella y sentí quién era y cuál era su relación con él. Lo que ella deseaba lo podía encontrar de este lado y en la tierra, pero este hombre mayor tenía que ver con ella. La conexión que yo veía y sentía se había formado en la tierra. Ella odiaba. Había descendido más que él, y por eso él me resultaba alcanzable. Me propuse hacer todo lo posible para evitar que este demonio adquiriera poder sobre él. Querían imponerle este horrendo proceso de este lado poco antes de su muerte.
– Lo rodeé de mi irradiación y me quedé a la espera.
– Sus deseos eran hacia ella, y cuando se concentraba mucho yo sentía que mi irradiación se debilitaba.
Aun así, yo intentaba impedirlo y mantenerlo bajo mi influencia.
– Él también estaba en ello, pero ¿triunfaría sobre sí mismo? Yo iba a seguir ayudándolo, pobre hombre. Era una lucha de vida o muerte, una lucha del mal contra el bien y contra su propia voluntad. Ese ser, la mujer que había vuelto con él, era el mayor peligro para su autoconservación.
– A eso oí que se dijo:
.—Pronto hará la transición, luchó lo que pudo. Ahora los demonios ya no lo pueden alcanzar. Esta noche transcurrirá en paz. El amor es lo más elevado, el bien triunfará. Que Dios lo acompañe a usted.
– Ahora iba a dejar la tierra, el cordón se desgarró y en ese momento su espíritu se liberó del todo. La vida en la tierra había concluido.
Oí voces: miré hacia arriba y vi el rostro de dos espíritus jóvenes. Uno de ellos dijo:
—Venimos por él, hermano, ¿está usted dispuesto a seguirnos?
– Entendí. Ambos espíritus jóvenes acogían ahora al cuerpo espiritual de un ser humano que había muerto en la tierra, pero que había entrado en la vida espiritual. Muerto en la tierra y nacido en la vida del espíritu.
– Portaron al moribundo al interior de un gran edificio. Vi a muchos de esos hermanos llegando aquí con el hombre terrenal. Solo veía amor, nada más que amor.
El ciclo del alma – Amor servicial p.236 – 238, 247, 249, 250
Citas de los libros de Jozef Rulof