Los espíritus de luz también suelen actuar como espíritus guardianes de un familiar que aún vive en la Tierra. Entonces velan por su ser querido. Pueden hacerlo, entre otras cosas, irradiando energía al ser humano terrenal en caso de enfermedad o agobio. Sin embargo, los seres humanos tienen voluntad propia y son responsables de sus actos y de su desarrollo espiritual.
—¿Este chico va a hacer la transición, Alcar?
—No, todavía no le ha llegado su hora. Vivirá, se curará de esto. El espíritu le puso las manos radiantes en la cabeza al enfermo. Le daba todas sus fuerzas de amor a su chico. Era imponente que le fuera concedido vivir esto como ser humano. Era el amor de un padre por su hijo. Oh, ¡qué bello era! ¡Qué poderoso era el amor! Lo creían muerto, pero el muerto salvaba la vida de su hijo.
Una mirada en el más allá – Pena y dolor por los demás p.296
– ¿Qué era eso? Al lado de mi madre y recubriéndola vi una figura luminosa. El ser emanaba una luz hermosa que la iluminaba. Un ser bello la radiaba con luz mientras le posaba las manos en la frente. Mi madre recibía tratamiento, un espíritu la estaba ayudando, lo sentí de inmediato.
– Inesperadamente, el ser se volvió y me miró, y ahora mi vista encontró dos hermosos ojos humanos que brillaban como soles. Así brillaban también los ojos de mi preceptor, porque en ellos también veía esa misma vigorosa irradiación. Yo conocía a ese espíritu, pero ¿dónde lo había visto? De repente me acordé. “Abuelo, ¡ay abuelo! ¿Es usted? ¿Aquí, con mi madre?
– Vivía en la segunda esfera y era un espíritu feliz. Velaba por ella, su hija, mi madre.
Aquellos que volvieron de la Muerte – De regreso a la tierra p.148, 149
– No se olvide de que el hombre tiene voluntad propia y que el espíritu elevado no influirá en la vida de usted, ni podrá hacerlo, porque lo sabe. Deberá actuar usted mismo, solo podemos protegerlo y dirigirlo. Así que nosotros no podemos cambiar nada de su interior. Ningún espíritu puede llevar las cargas del hombre. Cada hombre lleva su propia cruz. Pero sí podemos ayudar dirigiéndolo a usted en esa dirección.
– Cuando yo sentía y veía que iba a tomar el camino equivocado, le ayudaba, incitándole a tomar el otro camino. Incidía en usted en silencio, lo cual usted sentía claramente.
El ciclo del alma – El pasado p.172
Citas de los libros de Jozef Rulof